«Cuando el estrés químico, estructural o emocional presiona, el nervio vago se paraliza, las vísceras sacrifican recursos y funciones, y se levanta el freno colinérgico antiinflamatorio. La necesidad de descansar se ignora. La capacidad de adaptación se pierde bajo la priorización de esfuerzos resistivos. Resistir crónicamente conlleva inevitablemente al agotamiento de la resiliencia»
Dr. Benoit Raby